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hastalasnarices

Cambalache

Carlos Gardel es uno de esos tipos que hace que el tango tenga un sabor especial. Su voz aterciopelada bonaerense del arrabal, no dejaba indiferente a nadie. Su muerte supuso el destrozo de muchos corazones de féminas y una lamentable pérdida de la referencia del buen gusto, con sabor a cierto dandismo, pero dejando claro que entre el artista y la persona había un hombre que sabia ser sensible y no necesitaba morir en el intento para que la elegancia no estuviera reñida con el buen gusto. Pero su voz… perdura en el tiempo. Inquebrantable al paso de los días y primaveras.

En estos tiempos, se ha perdido esa galantería fina, ese buen gusto por las cosas bellas, la elegancia y la sensibilidad masculina, sin tener que pertenecer a la otra acera del arrabal. Estos adjetivos son acaparados hoy día por los gays, que han hecho de la finura y refinamiento, el caldo de cultivo de su bandera multicolor. No es más que una perversión hecha a medida de los que se creen dueños de la elegancia y la finura. Idiotas. Lo peor de todo es que ahora lo llevan a la televisión, como esperpento mediático. Inaudito.

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