¡Qué tiempos aquellos de esas grandes series de televisión, que con muy poco lograban hacer magia!... en donde si no teníamos suficiente con La Guerra de las Galaxias, nos empachábamos de ciertas series que a la postre han marcado muestro dulce camino de juventud.
Una de mis series favoritas era ésta; Galáctica, Estrella de Combate (Batllestar Galactica, en su versión Original). Aquella serie rellenaba mis huecos en las tediosas tardes de verano antes de ir al consabido chapuzón piscinero de turno. Capitaneados por un tal almirante Adama, junto con una fuerza de guerreros pilotos coloniales en sus locos Vipppers y siempre de la mano de sus dos pilotos estrellas: El inefable y voluntarioso y sacrificado Apolo y el incombustible e inseparable Starbuck. Tal para cual, como Zipi y Zape, encargados últimos de mandar a la chatarra a los malos Cylones. No es menos cierto que la verdad en esta serie, dirigida por el mago de la series de ficción de los 80 americano Glen A. Larson, y con la producción y supervisión de los efectos especiales, Jonh Dissktra (perteneció al equipo de efectos especiales de Star Wars), nos hicieron imaginar una batallas la mar de cruentas en una lucha desigual entre los coloniales humanos y las maquinas cylon; siempre en desventaja para los humanos, siempre a la carrera, siempre huyendo, hasta que en su último episodio (La mano de Dios) deciden cargar con furia contra una nave base de los Cylones por todas las ofensas recibidas.
¡Que recuerdos! La verdad es que aquellos años, fueron la explosión de esas series de tipo B que con muy poco y mucha imaginación lograban contar historias muy sugerentes e imaginativas. Como anécdota de esta serie, según vi en un programa de SciFi Chanel, los diseños de la serie original fueron tomados de diseños previos realizados por Jonh Dissktra, originariamente concebidos para Star Wars, pero que el proceso de selección fueron desechados por el mismo George Lucas. No hay más que ver que el Vipper original tiene un parecido bestial al famoso Ala X de La Guerra de las Galaxias.
Una de las curiosidades de la serie es su constante referencia a cuestiones religiosas. A Adama se le puede catalogar como un Noé o Moisés cósmico, que conduce a su infeliz pueblo a la salvación. Los viajeros se enfrentan al mal en forma de cylones y al Mal en forma del Diablo, Mefistófeles o Pedro Botero, según quieran nombrarlo. En el episodio doble LA GUERRA DE LOS DIOSES, Adama y su hijo Apollo, se enfrentan directamente al Diablo. Patrick Macnee, el impecable John Steed de Los Vengadores, interpreta el rol del Conde Iblis, que a la postre resulta ser el mismísimo Demonio que tienta a los exilados con la posibilidad de llegar a la Tierra. Además como regalo y muestra de sus poderes infernales capturará a Baltar. La consecuencia del paso de Iblis por la flota es la muerte de Apollo. ¿Cómo?, ¡pero si es uno de los protagonistas principales¡. Pues sí, pero ya hemos dicho que se trata de un episodio religioso, por tanto la solución está en los mitos mas cercanos a nosotros. La estructura maniqueísta básica obliga a que si aparece el Demonio también deban aparecer sus contrapartidas los ángeles. Éstos, en forma de luces extrañas, son los que resucitarán al capitán para regocijo de su anciano padre y de su maciza hermana, que a la sazón ocupa un puesto de navegante en Galáctica. Ya se sabe que la endogamia en las flotas estelares es muy normal. Y si no que se lo pregunten a cierta familia espacial de apellido idéntico al de un presidente de un país de la Unión Europea.